TalentoDinamismoAlegriaHiperactivida TDAH

En mi corta experiencia informando a familias de afectados por TDAH, he podido comprobar como el sufrimiento que padecen madres y padres de afectados, es proporcional al desconocimiento que estos tienen sobre el trastorno.
Imagino que al haber vivido en mis carnes ese sin vivir constante que produce la montaña rusa del TDAH y la incomprensión por parte de “amigos”, familiares y profesores, me siento muy identificado y sensible ante todo lo que estas familias me cuentan.

Me centro en el afectado adolescente ya que esa es mi experiencia, y siento como se me erizan los vellos al escuchar las peripecias escolares que estos adolescentes se ven obligados a realizar para poder llegar con relativo éxito al final de la enseñanza secundaria, y las piruetas que los padres debemos hacer en la cuerda floja y sin red del mundo familiar y escolar ante los continuos retos que el TDAH de nuestros hijos nos plantea a diario.
La máxima preocupación que demuestran los padres a la llegada a la asociación es que ven el futuro muy negro para sus hijos. Los miedos al futuro; si serán capaces de llegar donde los demás niños llegan; si serán capaces de conseguir un futuro adulto donde la “normalidad” de tener un trabajo, familia y recursos para llevar una vida sin muchas preocupaciones sea la tónica imperante; si la impulsividad les provocará problemas insalvables y un largo etcétera de sufrimientos internos, provoca a veces, que se atropellen las palabras de uno y otro progenitor y que en muchas ocasiones se derramen lágrimas de pura impotencia.
Intento siempre que se me presenta esta situación dar mensajes en positivo y basados en mi experiencia como padre de afectado por TDAH. Les explico mi experiencia y les animo a que no desesperen, a que se informen en buenas fuentes y ante todo se armen de paciencia y den herramientas a sus hijos e hijas para que puedan sortear con éxito todas las trabas que el TDAH va a ir poniendo en su vida.

Debemos “quitar hierro al asunto” e intentar ver el trastorno en positivo. Un primer ejercicio podría ser trasformar el significado de las letras que conforman el acrónimo TDAH.

En primer lugar cambiemos trastorno por TALENTO y nos daremos cuenta del inmenso poder que atesoran nuestros hijos e hijas. Hagamos el esfuerzo de ayudarles a sacar ese talento e intentemos enseñarles el camino para desarrollarlo.

En segundo lugar sustituyamos déficit por DINAMISMO y veremos que gracias a esa energía interior que nuestros hijos tienen pueden plantearse retos impensables para el resto de mortales. Enseñémosles como canalizar esa fuente de energía en realizar sus sueños.

En tercer lugar modifiquemos atención por ALEGRÍA. Ayudémosles a impregnar su vida y la de los demás con esa característica. No dejemos que su llama se apague por unas malas notas o por una regañina del profesor. El reto de la vida es el de superarse a uno mismo y el fracaso es el motor de la victoria. Nuestros hijos e hijas, ante todo, deben ser felices y nuestra obligación es enseñarles a serlo.

Y por último mostrémosles el camino para que canalicen su HIPERACTIVIDAD hacia metas fácilmente asequibles que le den confianza para enfrentarse a retos mayores.

Cuando descubren el talento que tienen y el potencial que acumulan se dan cuenta de todo lo pueden hacer en la vida, gracias al TDAH.

1 Comment

  • Ana Barros Ampudia 29 junio, 2019 10:58 pm

    Darles herramientas para que crean en ellos, seguridad, confianza, autoestima.
    Decirles, demostrarles…ayudarles, animarles, apoyarles…» que SI pueden».